Fueron a entregar ayuda al norte de Chile y volvieron con el corazón hinchado por los agradecimientos, la fuerza y la entereza de los vecinos de Diego de Almagro afectados por los temporales del norte de Chile.
Esa es la sensación de los voluntarios de la Feria del Estero de Viña del Mar, San Pedro, el municipio de Quillota, Bomberos y personal de emergencias, que llegaron a una de las zonas más afectadas por los aluviones de fines de marzo, donde DeQuillota.cl los acompañó para registrar esta importante labor.
El grupo partió el sábado gracias a que la organización ferial y sus más de 200 socios habían juntado 14 toneladas de alimentos, que necesitaban ser transportados en camión, más un bus para los voluntarios.
Fue ahí cuando la dirigencia acudió a la colaboración del alcalde Luis Mella, quien llamó el empresario César Villegas para buscar una solución.
Este no dudó en prestar gratuitamente una de las más modernas máquinas de Buses CVU y un camión. Todo para llevar las 14 toneladas de ayuda solidaria de la feria, más lo aportado por el municipio y el músculo, el empuje y conocimiento del personal de emergencias y Bomberos de Quillota.
Una vez que estuvo todo listo, se cargó todo el material y más de 40 voluntarios iniciaron en la noche del pasado sábado la caravana hacia el norte, en un viaje sin contratiempos que duraría alrededor de 14 horas.
A minutos de llegar algunos de los participantes adelantaron la delicada situación de la ciudad, pero el primer impacto fue grande. A pesar de las catastróficas escenas, ver el esfuerzo de la gente paleando y levantando banderas chilenas animaron al grupo.
La llegada y la complicada estructura de ayuda local
La organización tenía preparado un desayuno antes de partir a ayudar, lo que se hizo en un colegio/albergue facilitado por el municipio de Diego de Almagro.
Luego de un pequeño pero contundente tentempié, un grupo partió con palas y picotas a despejar el barro de las casas más afectadas de la llamada “Zona Cero”, mientras otros fueron con el camión a uno de los centros de acopio controlados por el Ejército.
Si bien valoramos la labor de las Fuerzas Armadas en la zona, lo que vieron algunos dirigentes del grupo no fue muy positivo. Luego de hablar con los encargados se supo que para ingresar el material del camión al centro de acopio estatal, había que esperar más de dos horas en la calle, mientras la gente se acercaba a preguntar si les podían entregar ayuda.
Integrantes del grupo pudieron ver cómo al interior de un gimnasio se apilaban miles de litros de agua envasada que, por algún motivo que no sabemos, no se estaban entregando a la gente. Lo mismo con la mercadería aportada desde distintos sectores, que aparecían misteriosamente con un logo oficial en las cajas, tal como lo comentó un periodista de la zona.
Como la emergencia no podía esperar, se optó por ir a dejar los productos directamente a los ciudadanos. Para esto se contó con el invaluable apoyo de Juan Pablo, representante de la Municipalidad de Diego de Almagro, que conocía muy bien la ciudad y sus juntas de vecinos.
El mismo personaje emocionó a todos al expresar el agradecimiento del alcalde y los habitantes, con sentidas palabras que nos dieron más fuerzas para continuar con la labor del grupo.
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Y así el camión cargado con palas, picotas, elementos de baño, toneladas de papas, sacos de cebollas, kilos de porotos y bines de manzanas llegaron a la primera junta de vecinos.
Se trataba de un pasaje con barro seco a menos de una cuadra del lecho del Río Salado, que había dejado su huella hasta más de un metro de altura, con su mancha de violencia y destrucción representada gráficamente en un auto inutilizado.
Gracias a la colaboración de la junta de vecinos local se pudo organizar a la gente en grupos de cuatro familias, quienes recibían en promedio un saco de papas, un par de mallas de cebollas, una cierta cantidad de porotos, 20 manzanas por hogar y agua envasada.
La correcta distribución hizo que se pudiera ayudar a más de 200 familias que alegaban la inexistencia del Estado en ese sector y agradecían desde lo más profundo la visita de este grupo de la V Región.
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En el tránsito entre una población y otra se pudo ver el paso hambriento del aluvión que no perdonó casas, vehículos, lineas de tren, avenidas, parques y desgraciadamente vidas humanas.
Las fotos que expondremos más abajo muestran por sí solas la magnitud de la tragedia, difícil de traducir en frías palabras.
Mientras en una de las poblaciones se repartían alimentos y herramientas, en otro sector de la ciudad voluntarios de la comitiva trabajaban duro con la pala para bajar el nivel del barro al interior de los hogares.
Los niños, con sus inocentes rostros resecos por el inclemente sol y el polvo en suspensión, corrían al ver el camión que con su bocina retumbante buscaba llevar algo de la esperanza perdida con las lluvias.
Es difícil explicar el agradecimiento de ellos al recibir un elemento tan básico para el ciudadano común como lo es el agua potable. Además, la entrega de manzanas a los menores fue un pequeño aporte de dulzura entre tanto sabor amargo provocado por la tierra que constantemente se levanta.
Falta de Estado
Los vecinos comentan que han sido abandonados por el Estado, que muchas autoridades incluyendo los más altos cargos han venido a pasear en helicóptero, pero no dan las órdenes ni los recursos necesarios para que la entrega de ayuda llegue efectivamente a todas las casas.
Un botón de muestra es que uno de los elementos más solicitados al camión de la Feria de Viña y los representantes de Quillota, fueron los bidones de agua, que por suerte alcanzó para todos quienes los pedían. Ahí nos acordábamos de los miles de litros acopiados con un destino incierto, pero que esperamos sea bien administrado y entregado a los vecinos.
Los militares han dado seguridad a la ciudad asegurando el control de las calles gracias al toque de queda que termina este martes. Además, desplegándose con maquinaria y vehículos pesados, limpiando las vías y las zonas inundadas.
Pero se echa de menos el área social de un Estado que sea más cercano a las poblaciones, tal como hizo nuestro encargado del municipio de Diego de Almagro, Juan Pablo, quien se desdobló por tratar de hacer que llegáramos a todos lados. Si el Estado con todos sus recursos hiciera lo mismo, la gente no estaría tan necesitada como lo está y se ahorrarían varios problemas de seguridad.
Afortunadamente toda la ayuda del camión se repartió de forma ordenada y se pudo llegar a un total de casi mil personas contando todos los integrantes de las familias. Al mismo tiempo los voluntarios pusieron su máximo empeño para ayudar a sacar el barro en decenas de casas, esperando la próxima oportunidad para volver.
No podemos dejar de nombrar a quienes enviaron muestras de apoyo tocando la bocina, a los que entregaron apretones de mano, abrazos y un pulgar al aire en señal de agradecimiento. Además del ánimo para los voluntarios, es también símbolo de que hay esperanza, de que hay ánimo y fe en que Diego de Almagro es un poblado que saldrá adelante, pero necesita del apoyo de todos los chilenos.
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El viaje de vuelta a Quillota estuvo tranquilo, con el grupo satisfecho por la labor realizada pero entendiendo que la tragedia no termina hoy, que la tarea se extenderá por lo menos hasta fin de año, haciendo un llamado a no olvidar y a aportar de la forma que se pueda, material, moral o personalmente.
Antes de dormir tras 12 productivas horas en la ciudad de Diego de Almagro, hubo dos gritos, uno por Chile y otro por San Luis de Quillota, dedicado especialmente a quienes más sufren y a las mujeres y hombres solidarios que apoyan para que nuestros compatriotas se levanten del lodo, literalmente.
Tal como dijo el delegado municipal, el ayudar, la solidaridad con el que está al lado en momentos de necesidad, es un sentimiento tan potente, tan llenador de almas y corazones, que estamos seguros de que recibimos mucho más de lo que entregamos.
Galería del viaje (En celulares puede demorar en cargar)
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